Hudson, cultural y natural

¿Quién es Hudson?

William Henry Hudson, fue el naturalista mas original que dio la República Argentina y uno de los escritores mas admirados de lengua inglesa. Esa doble cualidad, sensible naturalista y brillante escritor, es lo que lo convierte en un personaje único.

Nació el 4 de agosto de 1841, y fue el cuarto hijo de Daniel Hudson y Carolina Augusta Kimble, quienes se casaron en Boston EE. UU. en 1825 y llegaron al Rio de la Plata en 1833 en el vapor Potomac. Por entonces, se instalaron en el partido de Quilmes, lo que es hoy el museo Histórico Provincial Guillermo Enrique Hudson.  “Domingo”, como lo llamaban sus vecinos gauchos, por haber nacido el día de este santo, se transformaría luego en “Huddie”, el amigo de escritores reconocidos de lengua inglesa como Joseph Conrad o Morley Roberts entre muchos otros.

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Hudson representa al espíritu de la naturaleza pampeana tan fuertemente como José Hernández, represento al hombre de ese paisaje: El gaucho.

Posteriormente en 1846 la familia se traslado a Chascomús, distante unos 80 kilómetros. Hudson describe el viaje en su libro autobiográfico “Alla Lejos y hace Tiempo”. “Empiezo, pues, a los cinco años de edad, temprano, en una fría y brillante mañana de junio -mitad de invierno en aquel país del sur-, de grandes llanuras o pampas- esperando impacientemente que engancharan y cargaran las volantas, sintiéndome luego colocado en la parte de arriba con los otros pequeños, que en aquel tiempo sumábamos cinco, llegando finalmente el gran instante de la partida. Recuerdo muchas cosas de este viaje, que empezó a salir el sol y termino entre dos luces, poco después de ponerse aquel”.  Los relatos de Hudson se caracterizan por hacer gala de una increíble memoria, además de memoria sensorial y cognitiva.

Cuando Hudson tenia 16 años debe regresar de Chascomús a su casa en Quilmes, “después de nuestro regreso, empobrecidos, al antiguo hogar, donde vi la luz por primera vez y cuya propiedad todavía pertenecía a mi padre -siendo lo único que le restaba

Como resultado de una mojadura durante una tormenta que lo sorprendió cuando arriaba hacienda, contrajo fiebre reumática, y los médicos que lo examinaron le informaron que había extralimitado sus fuerzas y dañado su corazón y que podía morir en cualquier momento. Lógicamente Hudson paso por un periodo de gran angustia ante esta noticia, que logro superar con ayuda de sus padres, y seguramente su entorno natural. De vuelta a los “Veinticinco Ombúes” después de un periodo de servicio como soldado de la Guardia Nacional, inicio correspondencia con el Instituto Smithsonian en Washington, D C. y la sociedad Zoológica de Londres.

Realizo un viaje a la Patagonia norte, que describe en su libro “Días de ocio en la Patagonia, El barco en el que navegaba naufrago en las costas cercanas a Carmen de Patagones, salvándose la tripulación y Hudson emprendió una excursión por el Valle de Rio Negro con su amigo Buckland, donde describe el paisaje y los pájaros de la región con su estilo inimitable.

La madre de Hudson falleció en 1859 teniendo el joven 18 años, y su padre falleció en 1868, el mismo año de su viaje a Uruguay que le inspiro para hacer “La Tierra Purpurea que Inglaterra perdió”

En 1871, como resultado de su correspondencia con el Dr Sclter -uno de los ornitólogos más prestigiosos del mundo en ese momento- que se desempeñaba en la Sociedad Zoologica de Londres, fue nombrado miembro correspondiente de la misma.

La muerte de sus padres, la posibilidad de curar su enfermedad y un posible desarrollo como naturalista profesional lo llevan a tomar la decisión de viajar a Inglaterra en 1874.  Viaja a bordo de el “Ebro” un vapor equipado con velas. Al abandonar argentina Hudson tenia 33 años de edad, y su diario de viaje fue publicado en 1958 por Westholm Publications.  En la mayoría de sus libros publicados (ver la obra de Hudson) aparecen referencias de la zona pampeana que el abandono a los 33 años. Años después en una carta a su hermano le confiesa: “De los dos caminos que tome en la vida elegí el que menos me convenia, todos los días recuerdo la Pampa. “

El hombre que amaba la naturaleza sobre todas las cosas, la belleza salvaje de las pampas y los enormes espacios de ese mar sin olas, jinete diestro, solitario como verdadero gaucho, debió vivir durante cincuenta y cuatro años -de 1886 a 1922- en Inglaterra, gran parte de ellos en un suburbio de Londres, en compañía de su esposa -Emily Wingrave- con quien se casa en 1876 luchando heroicamente contra la miseria cotidiana y contra la ciudad que lo ahogaba, que le pesaba sobre sus anchos hombros de hombre de campo. En esos años administra una casa de huéspedes con su esposa y sobrevive con algunas publicaciones y las clases de canto de ella.

Las épocas muy difíciles se aminoran al otorgarle una pensión de 150 libras por año, merced al interés e intervención de Lord Grey de Falloden, un admirador de su obra. En cuanto mejoro su situación financiera Hudson renuncio a su pensión aduciendo que no quería ser una carga sobre las espaldas del sufrido contribuyente británico.

A diferencia de sus años juveniles durante los cuales mataba -aun sin demasiado convencimiento- pájaros para hacer pieles de estudio para el museo de la Real Sociedad zoológica, en Inglaterra se dedico fuertemente a la protección de las aves.

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Fue fundador de la Asociación para la Defensa de los pájaros, que luego continuo bajo el nombre de Sociedad Real para la Protección de las aves. Dono dinero y escribió muchos artículos para esta causa. También fue miembro fundador en la Argentina de la Asociación Ornitológica del Plata (hoy Aves Argentinas) su par de las organizaciones británicas en los objetivos de preservar la naturaleza.

Su esposa murió en marzo de 1921, y fue inhumada en el cementerio de Worthing. Lamentablemente no hay registro de fotografías de ella. Hudson le sobrevivió durante dieciocho meses y el 18 de agosto de 1922 muere en la Buhardilla en la calle Sant Luke en Londres.

“Yacía como algún jefe de la Edad de Bronce que hubiera conducido a su tribu a través de largos años, buenos y malos” dijo su amigo el escritor Edward Garnett (18681937)

Deja una herencia económica a la Real Sociedad para la protección de las aves. Una cierva en el parque de Richmond que queda inconcluso a su muerte se publica con un final reconstruido a partir de sus notas por su amigo Morley Roberts. En la Tumba en Worthing, se encuentra el siguiente epitafio: “Amo los pájaros y los sitios verdes, y el viento en los matorrales y vio el brillo en la aureola de Dios”

A cien años de su muerte su legado de amor por la vida silvestre, de pasión por la belleza en las cosas simples de la vida, su delicada obra literaria y una humanidad para ver el mundo, resultan sumamente necesarias para una sociedad que se ha convertido en consumista y que se encuentra cada vez más alejada de la naturaleza.

A cien años de su muerte… Hudson tiene voz.

Cronología

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